El acabado de superficies
por recubrimiento de un cierto material (pintura, esmalte, partículas de metal,
etc.) con fines decorativos o de protección, es una parte crítica en muchos
procesos de fabricación.
Tanto en la pintura como en el
metalizado, esmaltado o arenado, la problemática a resolver es similar, siendo
la primera la que cuenta con mayor difusión. Su empleo esta generalizado en la
fabricación de automóviles, electrodomésticos, muebles, etc.
En estos procedimientos se cubre
una superficie (de forma tridimensional y en general complicada) con una mezcla
de aire y material pulverizada mediante una pistola. Es preciso conseguir una
perfecta homogeneidad en el reparto de la pintura, realizándose para ello un
control de la viscosidad, de la distancia entre las piezas y la pistola, de la
velocidad de movimiento de ésta, del número de pasadas etc. Todos estos
parámetros son tradicionalmente controlados por el operario.
Por otra parte el entorno en el que se realiza la pintura es sumamente desagradable y peligroso. En él se tiene simultáneamente un reducido espacio, una atmósfera tóxica, un alto nivel de ruido y un riesgo de incendio. Estas circunstancias han hecho de la pintura y operaciones afines, un proceso de interesante robotización. Con el empleo del robot se eliminan los inconvenientes ambientales y se gana en cuanto a homogeneidad en la calidad del acabado, ahorro de pintura y productividad.
Por otra parte el entorno en el que se realiza la pintura es sumamente desagradable y peligroso. En él se tiene simultáneamente un reducido espacio, una atmósfera tóxica, un alto nivel de ruido y un riesgo de incendio. Estas circunstancias han hecho de la pintura y operaciones afines, un proceso de interesante robotización. Con el empleo del robot se eliminan los inconvenientes ambientales y se gana en cuanto a homogeneidad en la calidad del acabado, ahorro de pintura y productividad.
Incluyo un video de aplicación de un robot.
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